TECNOLOGÍA E INOVACION :
El rápido cambio tecnológico por
el que atraviesa el mundo contemporáneo, con los grandes avances en las
tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), así como la
biotecnología y los nuevos materiales, plantean una serie de oportunidades y desafíos
a la sociedad y a la estructura productiva de los distintos países a nivel
mundial. De esta forma, es común escuchar que aquellos países que no logren
adaptar para sí las transformaciones impulsadas por las nuevas tecnologías en
la industria, agricultura, salud, medio ambiente, energía, educación y otros
sectores, corren el riesgo fatal de quedarse a la zaga en términos de
desarrollo y bienestar; y más aún en el caso particular de los países en
desarrollo, de profundizar la llamada brecha tecnológica que los separa del
mundo industrializado
Visto en perspectiva amplia, lo
que se ve hoy en día es la consolidación de un proceso que se inició con la
revolución industrial en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII, y que
se ha venido acelerando en los últimos cien años, gracias a los grandes avances
en campos como el transporte, la generación de energía, las comunicaciones y la
medicina. Este proceso de avance científico-tecnológico tiene como su
manifestación más clara la elevación de los estándares de vida de la población,
y la transformación de una serie de condiciones relacionadas con la forma de
vida y trabajo de las personas.
Desde el punto de vista
económico, la repercusión clave de este proceso es la mayor importancia
adquirida por la tecnología como factor de producción, esto gracias a los
cambios que ésta ha hecho posible en aspectos tales como la naturaleza de los
bienes producidos, los mercados y la competencia internacional. Todo esto se ha
visto acompañado (y en gran parte ha sido consecuencia) del incremento del
contenido tecnológico de los bienes y servicios, derivado del conocimiento
científico, conceptos avanzados de diseño, materiales inteligentes,
automatización, software, conceptos avanzados de servicio y descubrimientos
médicos y biológicos entre otros. En este capítulo se presentan una serie de
elementos enfocados a lograr un mayor entendimiento de la naturaleza de la
innovación y el desarrollo tecnológico como fuentes de crecimiento de la
productividad y competitividad, a nivel empresarial y nacional.
Una de las principales tareas a la que se han
dado los principales autores de la literatura económica ha sido la de
establecer las causas de la expansión económica de las naciones. Para la teoría
económica neoclásica, la explicación del crecimiento se centró en la
acumulación de capital como la principal fuente endógena de expansión de la
producción. En este orden de ideas, el progreso tecnológico era visto como un
proceso exógeno, cuya dinámica no se explicaba al interior del sistema, sino
que surgía como un parámetro determinado de forma ajena a la interacción de los
factores de producción.
Desde la década de 1950, gracias
al trabajo de un buen número de autores como Abramovitz [1956], Kendrick [1956]
y Solow 1957], empieza a abrirse paso el reconocimiento del progreso
tecnológico como la fuerza motriz del crecimiento económico, la productividad y
por ende del mejoramiento de las condiciones de vida de la población, lo cual
inevitablemente condujo a que se empezara a prestar una mayor atención a este
factor dentro del análisis económico tradicional1.
Sólo hasta finales de la década
de 1980 y comienzos de los años noventa, gracias a trabajos como los de Romer
[1990] tiene lugar la incorporación formal del cambio tecnológico a los modelos
económicos, en los que se sitúa a la innovación en el núcleo del crecimiento
del producto. En este orden de ideas, la innovación deja de ser ya un factor
exógeno, en la medida en que se reconoce que éste es el fruto de la inversión
intencional de recursos por parte de firmas maximizadoras de beneficios
(endógeno).
http://www.banrepcultural.org/node/69886
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